Texto curatorial. Jesu Antuña. Solo show Washington D.C. 2021
La obra de Agustina Fioretti puede pensarse a través de los desplazamientos, de las mutaciones y transformaciones. En esta ocasión se reúnen dos proyectos que la artista desarrolló en los últimos años en donde confluyen una preocupación por los archivos, desde familiares hasta institucionales, como un interés por las migraciones, por los desplazamientos más o menos forzados de quienes muchas veces son llevados al extremo de abandonar la forma humana. Entre ilusión del sur y cruzando la linea, los proyectos que se presentan en esta ocasión, hay muchas afinidades. El primero, quizá más autorreferencial, fue construido a partir de la propia migración de la artista, desde Argentina hacia Nueva York primero, y ahora en una nueva estadía en Barcelona, que rastreó y conectó su propia migración con las realizadas en década anteriores por su familia. El archivo de esa migración familiar se fue tejiendo hacia espacios ilusorios, perfomances fotográficas de un cuerpo en transito que no abandonaba sin embargo su referencia al lugar de origen, de ahí quizá el uso del espejo como espacio de reconocimiento identitario, que sin embargo devuelve una imagen otra haciendo imposible ese reconocimiento y la asunción completa de un cuerpo que reverbera en el norte con las imágenes del sur. En cruzando la linea, cuyo proyecto se presenta por primera vez en formato video, esas preocupaciones encuentran una formulación antropológica para dar cuenta de la profunda ligazón entre performance y los rituales de paso. A partir del archivo familiar se reconstruye el rito de paso de Neptuno, una festividad marítima de origen francés que prontamente se extendió hacia el mundo anglosajón y que se produce al cruzar la línea del ecuador en el paso desde el norte hacia el sur. Pero el archivo familiar, que daba cuenta de una visión espectacularizada de un ritual realizado en un barco turístico, cede paso ante imágenes fílmicas y fotográficas que dan cuenta de la crueldad de este rito cuando es llevado a cabo por las marinas militares de los países anglosajones y dan cuenta de lo que Victor Turner llamó liminaridad. En este espacio intermedio, de tránsito, los iniciados o neófitos “no están ni vivos ni muertos, por un lado, y a la vez, están vivos y muertos. Su condición es la de la ambigüedad y la paradoja, confusión de categorías habituales” (Turner, 1980, pág. 107). La metamorfosis desde el norte hacia el sur, en este caso dejan huellas corporales más palpables que en ilusión del sur donde la crueldad somete a los cuerpos a una transición forzosa desde la infancia hacia una adultez con fuertes premisas patriarcales.